El pasado
El pasado ya pasó y no nos pertenece, sino que está en la Misericordia de Dios, y el futuro
no llegó todavía y está en la Providencia divina. Por lo tanto el único momento que es
nuestro es el presente, y debemos vivirlo plenamente y aprovechándolo al máximo.
Pero no tenemos que aprovecharlo como hacen y dicen los mundanos, es decir, teniendo y
experimentando toda clase de placeres y pecados, sino haciendo buenas obras, cumpliendo
nuestros deberes de estado, haciendo el mayor bien que podamos, porque el tiempo que
pasa no vuelve y todo quedará sellado para siempre.
Si pensamos un poco en esto seriamente, nos daremos cuenta ¡qué locura es perder el
tiempo inútilmente! Porque una cosa es divertirse sanamente y lo justo y necesario para que
el alma tenga su descanso. Pero otra cosa muy distinta es “matar” el tiempo en cosas
inútiles y a veces hasta pecaminosas.
El tiempo es un tesoro de que disponemos, y Dios es infinitamente Misericordioso, pero la
misericordia nos la puede aplicar en el tiempo, es decir, mientras vivimos, ya que cuando
nos llegue la muerte se terminará el tiempo de la misericordia y comenzará el tiempo de la
Justicia de Dios.
Aprovechemos entonces el tiempo presente para convertirnos y arrepentirnos, porque no
sabemos si el próximo instante nos será concedido .