El gigante y el pigmeo

Autor:  Padre Justo López Melús

 


En la vida es necesaria la solidaridad, la colaboración. Tú no puedes hacerlo todo, pero hay algo que sólo puedes hacerlo tú. Entre los dos podemos muchas cosas, que no puedo yo solo. El ojo no puede decir a la mano: «No tengo necesidad de ti». Ni tampoco la cabeza a los pies: «No necesito de vosotros». Aún hay más: «Lo miembros del cuerpo que parecen más débiles son los más necesarios» (1 Cor 12, 21-22).

Un gigante iba a atravesar un río profundo y vio allí a un pigmeo que no podía pasar. Se lo cargó y hacia la mitad de la travesía el pigmeo, que tenía más campo de visión, vio a unos indios que les apuntaban. El pigmeo le avisó al gigante y volvieron hacia atrás. De este modo las flechas que les disparaban no les alcanzaron, y llegaron al punto de partida sanos y salvos. El gigante dio las gracias al pigmeo, pero éste le replicó: «Si no me hubiese apoyado en ti, no los hubiera visto».