Corazón puro

Autor: Padre Justo López Melús

 

 

Los hombres, desde el pecado original, llevan en el globo rojo de su corazón una mancha negra, una piedrecilla como un grumo de sangre, sobre el rubí puro del corazón. Un día, cuenta un profeta, dos ángeles se acercaron a mí, me abrieron el pecho y me sacaron el corazón. Lo abrieron, extrajeron la piedra negra y lo purificaron. El profeta estaba destinado para una misión muy alta, tenía que colaborar en la purificación de los corazones, y para ello tenía que tener muy puro el corazón.

Luego le pesaron el corazón. «Pésalo contra uno —dijo un ángel al otro—. Pésalo contra cien. Pésalo contra mil». Y siempre pesaba más. El profeta tenía seis años cuando le pesaron el corazón. Y pesaba más que mil adultos, más que todo el pueblo. Es normal. El corazón es como los diamantes: más pesado cuanto más puro. Un corazón absolutamente puro pesaría más que el planeta terrestre entero. «Oh, Dios, crea en mí un corazón puro» (Sal 50, 12).