El polvo misterioso

Autor: Padre Justo López Melús

 

 

Orar es estar expuestos a la luz de Dios como una cámara fotográfica. Entonces Dios nos impresiona, graba en nosotros los rasgos de su rostro, su imagen. El sha de Persia convocó una vez un premio para el que le hiciese el retrato mejor. Acudieron muchos artistas con instrumentos y material. Uno llegó con un saquito de polvo misterioso. Todos estaban intrigados. ¿Qué llevará en él?

Al pasar revista, el sha admiró las hermosas estatuas y cuadros que intentaban reproducir su rostro. Había verdaderas obras de arte, verdaderas maravillas. Llegó a la habitación donde trabajaba el hombre del polvo misterioso. Este no había hecho más que fregar, pulir, sacar brillo a las paredes de mármol de la sala. Y al entrar el sha lo reflejaron perfectamente. El sha quedó maravillado. Y él se llevó el premio.