Lo suyo era volar

Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD

Sitio del Padre

 

 

    Para Juan no era comer lo que importaba, sino volar. Su comida era superarse, ir más allá de las arenas inseguras de la playa. Había nacido para volar. Alguien le había puesto una fuerza en sus alas que ahora tenía que descubrir. Descubrir “el plan de quien le había llamado a la vida”. Descubrirse a sí mismo en la experiencia de ser diferente, original. “volver al origen” de quien le dio vida, fuerza, poder, deseos de más. Juan tenía que hacer realidad sus sueños. Los suyos y los de aquel que le dio alas. Pero Juan no sabía dónde ir con sus alas. Sus caminos aún no estaban hechos. Tenía que intentar cada día abrir el camino Maravillosa aventura para Juan.

Pero su madre le dijo: “¿Por qué te resulta tan difícil ser como el resto de la bandada?”, le volvió a decir. “¿Por qué no dejas esos vuelos a otros? ¿ Por qué no como, por qué?”.

El porqué repetido de su madre quitaron vigor a sus alas. ¿Acaso tenía que ser como los otros? ¿Y los otros qué eran? El sólo veía gaviotas paradas en la playa. Juan se había dicho que no podía ser como los otros. El no había sido hecho en serie. El se haría a sí mismo como un artesano hace su estatua de madera o su cesto de mimbre entretejiendo una a una. El sería Juan Salvador.

Juan quería protagonizar su propia vida. Con estilo nuevo. Juan necesitaba otro alimento. Juan sería lo que quisiese ser. Lo sería al ir descubriendo el plan de sus alas lanzadas al vuelo.

Emilio L. Mazariegos



Para Juan o era comer lo que importaba, sino volar. Pero para volar dependía de la ayuda de los demás, porque aún no era libre. En su interior había una batalla permanente: los consejos de los suyos. ¿Por qué te resulta tan difícil ser como el resto de la bandada? ¿Por qué no dejas esos vuelos a los otros? ¿Por qué..? Había muchos porqués que le tenían aprisionado.

Sin embargo, a pesar de que estas voces le hacían mucho daño, el notaba que era otro y una fuerza interior le gritaba que un mundo viejo había quedado atrás; que él pertenecía al mundo de los soñadores que prefieren dejar de comer, antes que de volar. Había descubierto que su mundo, en su interior, ya era otro, y que todo lo demás tenía otro sentido. Inclusive se había percatado de que las alas habían crecido y se habían hecho tan fuertes como el corazón. El podría alcanzar la perfección y lo intentaría cuantas veces fuera necesario.

Para Juan lo importante era volar. Esta era su única ambición. Volar para poder ser libre de todo: solamente seguía la voz que le impulsaba a volar más y más.

“El hombre ha nacido libre y en todas partes está encadenado” (Rousseau). Conseguir la auténtica libertad es una conquista diaria que exige conversión constante para no matar la voz interior que impulsa a superar las dificultades propias y de la manada.


“Quiso volar igual que las gaviotas
libre en el aire, por el aire libre
y los demás dijeron: pobre idiota,
no sabe que volar es imposible.
Más extendió las alas hacia el cielo
y poco a poco fue ganando altura
y los demás quedaron en el suelo
guardando la cordura.
Y construyó castillos en el aire,
a pleno sol, con nubes de algodón
en un lugar a donde nunca nadie
pudo llegar usando la razón”.

(A.Cortez)