Decidirse a cambiar

Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD

Sitio del Padre

 

 

  CCuentan que el viejo sufí Bayacid decía a sus discípulos: “Cuando yo era joven, era revolucionario, y mi oración consistía en decirle a Dios: “Dame fuerzas para cambiar el mundo.”

Pero más tarde, a medida que me fui haciendo adulto, me di cuenta de que no había cambiado ni una sola alma.

Entonces mi oración empezó a ser: “Señor, dame la gracia de transformar a los que estén en contacto conmigo, aunque sólo sea a mi familia”.

Y ahora, que soy viejo, empieza a entender lo estúpido que he sido. Y mi única oración es ésta: “Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo”

Y pienso que si yo hubiera orado así desde el principio, no habría malgastado mi vida”.


José L. Martín Descalzo


Cambiamos a los otros en la medida que vamos cambiando nosotros mismos. Cuando uno se decide a cambiar, se da cuenta de las resistencias que hay tanto interiores como exteriores.

¿Qué es lo que nos impide cambiar? Podemos enumerar tres causas: Nuestras creencia, nosotros mismos y los demás.

Nuestras creencias. Estamos todavía anclados en nuestro ayer. Ciertas frases nos indican que es imposible hacer lo que pretendemos porque:

En mi familia nunca se ha hecho así;
porque supone mucho trabajo;
llevará demasiado tiempo;
no está bien que se haga eso…


Las ideas que tenemos sobre nosotros mismos tampoco nos ayudan mucho porque:

Soy muy débil;
muy joven;
muy pobre;
no tengo los medios suficientes…

Los otros también son un impedimento para nuestra decisión, porque:

No me lo permitirán mis padres;
el médico me lo ha prohibido;
no quiero ofender a nadie;
ellos tienen que cambiar primero…

Cuando se ha decidido cambiar, ya se ha empezado un largo proceso que necesitará mucha paciencia, mucho amor y mucho tiempo. Quien ha tomado conciencia de este caminar, estará ayudando a los demás a cambiar, sin que se den cuenta.

Nada ayuda tanto a esta labor como no poner asunto a los profetas de desventuras. Algunas personas no ven más que ruinas y calamidades en la sociedad actual. “Nos parece necesario expresar nuestro completo desacuerdo con tales profetas de desgracias que anuncian incesantemente catástrofes, como si el fin del mundo estuviera a la vuelta de la esquina” (Juan XXIII)