Servir cada día

Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD

Sitio del Padre

 

 

  Dos hombres pidieron a su ángel que les comunicara algo del poder de Dios. El ángel accedió.

El primero pidió poder para hacer cosas extraordinarios. El ángel le dijo “Tendrás poder sólo para cosas prodigiosas. Pero no tendrás un poder especial para lo ordinario”.

Fascinado, el hombre comenzó a hacer cosas prodigiosas: adivinaba el pensamiento, ganaba dinero a manos llenas en los negocios y juegos de azar, creaba grandes inventos…Y era muy feliz. Pero al poco tiempo perdió su trabajo, y no pude hacer nada. Luego su mujer lo dejó, y no pudo hacer nada. Se enfermó de modo que apenas podía caminar, y no pudo h hacer nada. Y perdió la felicidad.

El segundo hombre pidió poder para cosas ordinarias. El ángel se lo otorgó, y le dijo que en ese caso Dios no le daba poder para nada extraordinario. Y el hombre siguió igual que antes, con su modesto trabajo, su familia y su salud. Y le agradeció al ángel porque lo había hecho feliz.

Segundo Galilea



Jesús, al lavar los pies a sus discípulos en la Última Cena, quiso transmitir con un gesto lo que el hizo en su vida: “El no había venido a ser servido, sino a servir. El estaba en medio de ellos como quien sirve” (Lc 22.27). Servir es ponerse más bajo que el otro, inclinarse ante él, “despojarse del rango que se tiene y…amar hasta el extremo”

Y ese gesto, enseñanza y mandato lo han acogido los cristianos.

Cada día, en la familia y en la sociedad, infinidad de personas siguen sirviendo con amor: Madres y padres que lavan a sus hijos. Hijos que lavan a sus padres ancianos. Voluntarios que limpian a paralíticos y enfermos y que con su vida de entrega, lavan los ojos y corazones de los sanos.

El poder de Dios se manifiesta a través del servicio de cada día. Aquellos que han recibido la gracia de dedicar toda su vida al servicio de los hermanos, son felices y llenan de bondad toda la tierra.

“El que quiera ser el primero entre vosotros, sea siervo de todos, pues el Hijo del hombre no ha vendo a ser servido, sino a servir y dar su vida para redención de muchos” (Mc 10.44-45).