¡Dense la paz!

Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD

Sitio del Padre

 

 

  Un escritor polaco ha escrito en un semanario católico de su país (enero 1984) una especia de parábola. La escena pasas por una carnicería, donde bastantes personas forman cola para su compra. Poco a poco, a medida que pasa el tiempo y las existencias de carne se van gastando y se ve que no van a alcanzar para todos, la relación entre las personas se hace agria, afloran los nervios y también la agresividad. En el momento de mayor tirantez y lucha por conseguir lo que queda, suena la voz de uno de ellos que dice con autoridad: “daos fraternalmente la paz”. Hay un momento de sorpresa e indecisión. Pero pronto produce efecto la sugerencia y vuelve la paz….

Miguel Limardo


A veces declaramos la guerra, peleamos, por conseguir la paz. Gritamos e insultamos, para que nos dejen en paz. Necesitamos la paz; no podemos vivir sin ella.

Dios es un Dios de paz. Quien confía en él, vivirá y descansará en su paz. Donde llega el “príncipe de la paz” habrá una paz sin fin (Is. 9.6). La paz la regala Dios a sus hijos a sus amigos; es fruto del Espíritu (Gál.5.22) Pero como todo don de Dios exige, la cooperación humana.

En medio de un mundo dividido, el cristiano tiene que ser fermento de unidad y de paz. El gesto que se da en la misa de alargar la mano al que está a nuestro lado, sea niño, anciano, joven, gente de cualquier clase y color, debe ser un compromiso que nazca de una fe viva.

Dios no reina sino en el alma pacífica y desinteresada, decía San Juan de la Cruz. Dios no vive sino en un mundo que ha conseguido la paz a base de la entrega y el amor; en un mundo desarmado no sólo de bombas, sino de odios.

“El corazón de la paz es la paz de los corazones” (Juan Pablo II) Si hay paz en los corazones, también la habrá en cada hogar y en cada pueblo. Se nos invita a “darnos la paz”, a ser constructores de una convivencia pacífica.

“Consigue la paz interior y una multitud de hombres encontrarán la salvación junto a ti” (Oscar Wilde)

Es la hora./la tuya,/la mía,/la del oro,/la del hierro./Es hora de la paz
Es la hora,/ y huele a pólvora,/ a envidias,/ a rencores/ a celos.
Ha estallado la guerra ya.

Es la hora./La tuya,/la mía,/La historia/nos juzgará.