¿Y la camiseta?¿La sudamos o la lucimos?

Autor: Sergio Ibarra

 

 

«Oye, Juanito —le pregunta su jefe—: ¿Tú vas los domingos a Misa?». Y contesta Juanito: «Oiga, jefe, la duda ofende. Puntualmente y sin falla alguna, domingo a domingo asisto en compañía de mi familia, ¿sabe?».
«Oye, Juanito —repone el jefe—: ¿entonces por qué nunca me informas acerca de tus clientes que no pagan, y encima de ello les vendes nuevamente?».
A muchas personas les escucho decir lo contrario: que ellos están en paz con Dios; así que, ¿para que van a la iglesia con una bola de persignados, “mochos”, que a la mera hora son igual de pecadores que ellos pero, eso sí, se dan sus “llegues de pecho”, para limpiar la casa domingo a domingo y volverla a ensuciar en la semana?
Ejecutivos, políticos, funcionarios, empleados, son convidados por los líderes de las organizaciones a comprometerse con la “filosofía organizacional”. Son convidados a ponerse la camiseta para comprometerse y cumplir y hacer cumplir las políticas de la organización, muchas de ellas más impuestas que discutidas; otras más, una tradición convertida en un mal hábito, y no una práctica competitiva. Pero, eso sí, se tiene que cumplir a como dé lugar. Lo grave es que son los primeros en dar al traste con “la filosofía” y “las políticas”, porque son hombres que toman decisiones importantes.
Dice el evangelio de san Mateo: «No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los Cielos».
La realidad es que muchos líderes hablan con palabras lo que no demuestran con hechos. No viven como predican. Predican una “camiseta” que luego ni se la ponen, ni la defienden, ni la sudan. Los católicos también tenemos nuestra camiseta. Los domingos nos la ponemos, como Juanito; en compañía de la familia asistimos a la Misa. ¿Y luego?
Ahí es en donde esta el dilema. ¿Sudamos la camiseta? Y luego, ¿la defendemos? Bien dice san Mateo; no se trata sólo de alabar, se trata de actuar conforme a los principios que Dios nos ha enseñado. Tome usted las experiencias de esta última semana y relexione...Verá que sudar la camiseta y defenderla no es tarea fácil.
Ya ve, ese Juanito informa sólo de lo que le conviene, le dice al jefe sólo aquello que le viene bien al jefe. Se pone la camiseta, pero no la suda ni la defiende.

 

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