Una soledad poblada de aullidos

Autor:  Padre Guillermo Ortiz SJ.

 

 

Metido entre nosotros como uno más, Señor Jesús, sentiste cómo el cerco de la ambición, del odio y la mentira se cerraban sobre vos con un cerco de muerte... muchos hombres y mujeres te siguen por este camino. Fuiste preso del miedo y de la angustia, del dolor físico y espiritual, como muchos de los que te has hecho hermano. Experimentaste la sensación de soledad y abandono de manera extrema, prisionero del hombre por propia voluntad y también recibiste, siendo inocente, una condena injusta, por eso entendés a los condenados inocentes y a los culpables, también entendés a los culpables absueltos porque todos somos responsables absueltos por tu misericordia, aunque nosotros no lo terminemos de entender.

Por eso Jesús, como sacerdote jesuita, te ruego por tu gente, te ruego por los que te siguen por el camino difícil de la verdad y el amor. Te ruego por aquellos por los que diste tu vida, especialmente los enfermos del alma y prisioneros del error, la mentira y el odio.

Te ruego Jesús por los enfermos que te siguen en la cruz del sufrimiento físico, también por los que cuidan a los enfermos y van dando su vida en esta extraordinaria caridad, como también los que atienden a los ancianos y niños abandonados. Te ruego por cada uno de esta familia que asumiste como tuya cuando te hiciste uno de los nuestros en el vientre de la Virgen María y que abrazas de una manera especial en la cruz.