Vio las vendas en el suelo y creyó

Autor:  Padre Guillermo Ortiz SJ.

 

 

Con la noticia de María Magdalena de que el sepulcro estaba vacío, Pedro y Juan salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero Juan corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, pero no entró esperando a Pedro. Cuando Pedro entró en el sepulcro, vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; éste no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró Juan, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
El amor nos alegra, y nos morimos de pena cuando perdemos un amor.
Los discípulos de Jesús probaron un amor que los amaba como nadie, y amaron ese amor. Pero el amor con el que Jesús los amaba pareció destruirse en la cruz. En el cuerpo muerto y roto de Jesús los discípulos vieron masacrado su amor, y el amor con el que Jesús los amaba.
Por eso la resurrección les devuelve la alegría, porque les abre el horizonte de un amor más fuerte que la infidelidad, más fuerte que la traición y que la muerte.
Creer en Jesús es creer en un amor más fuerte que el mal y que la muerte
Cristo, el Amor resucitado, los buscó para consolarlos y decirles que si hay amor no hay que temerle a la muerte, y que el amor nos hace fuertes en esta larga peregrinación de la vida que pasa por el túnel oscuro de la muerte, por esa puerta de la cruz donde se abre el horizonte infinito de la Vida en el amor. “Soy yo –dice Jesús-, estuve muerto pero ahora vivo para siempre”

La resurrección de Jesús, Hijo de Dios, hace que amar dando la vida por los demás tenga sentido, porque la muerte que implica darse a los demás, es como la del grano de trigo que muriendo da mucho fruto


Fuente: Reflexiones 21, Misión Jesuita Multimedia - Compañía de Jesús - Argentina