Bienaventuranzas de la juventud

Autor:  Mons. Vicente Zaspe

 

 

Bienaventurados los muchachos y las chicas que hacen de la vida una ofrenda, un deber y una obligación.

Bienaventurados los muchachos y las chicas que deciden su futuro orando, consultando y reflexionando.

Bienaventurados los muchachos y las chicas que postergan su noviazgo hasta consolidar su voluntad, disciplinar su afectividad y madurar su inteligencia.

Bienaventurados los muchachos y las chicas que optan por una carrera o un oficio para servir mejor a la comunidad.

Bienaventurada la juventud que se enamora de Cristo y quiere proclamar ese amor.

Bienaventurada la juventud que sufre cuando la Iglesia y el país padecen, y se alegra cuando la Iglesia y la patria triunfan.

Bienaventurada la juventud que trabaja por la paz y la que tiene sed y hambre de justicia.

Bienaventurada la juventud que busca primero el Reino de Dios y lo demás lo considera añadidura.

Bienaventurada la juventud orante, penitente y eucarística.

Bienaventurada la juventud que prefiere perder el ojo, el brazo, el pie, si ese ojo, pie o brazo es ocasión de pecado.

Bienaventurada la juventud que es fría o caliente, porque la tibia será vomitada por el Señor.

Bienaventurada la juventud que, como María, se hace esclava de la Palabra del Señor.

Bienaventurada la Iglesia que cuenta con semejante juventud, porque el Señor hará grandes cosas con esa muchachada.

Bienaventurada la Patria que cuenta con una juventud recreada porque renovará su cultura, sus valores, sus instituciones, sus cuadros sociales, sus líneas de pensamiento, sus fuentes inspiradoras, y sus modelos de vida y recuperará así su identidad nacional y cristiana.

Felices ustedes, los jóvenes con alma de pobres, porque de ustedes es el Reino de los cielos.

Felices ustedes los jóvenes que ahora sufren, porque serán consolados.

Felices ustedes los jóvenes que ahora son incomprendidos, insultados y hasta odiados por la causa del Hijo del hombre, porque les espera una gran recompensa en el cielo.

Felices ustedes los jóvenes que proclaman la grandeza del señor.

Felices ustedes que se alegran en Dios el Salvador, porque a ustedes los miró y amó Aquel que es poderoso.

Felices ustedes, porque ha obrado con los jóvenes cosas estupendas Aquel cuyo nombre es santo y cuya misericordia se extiende de generación en generación.

A ustedes los colocó Dios en la vanguardia de su nuevo Israel, la Iglesia, para realizar sus designios misericordiosos, como lo había prometido a nuestros padres y a sus hijos por siempre jamás.


Mensaje de Mons. Vicente Zaspe
pronunciado durante la celebración del Congreso Mariano Nacional
Mendoza, 1980