La casa de la familia

Autor:  Padre Guillermo Ortiz SJ.

 

 

La geografía del mundo es testigo. Entre las cosas visibles buscamos rastros de lo invisible, de aquello que por ahora se nos esconde a estos ojos físicos (como ese rostro del oyente anónimo y desconocido que me está escuchando, lejos, y quizá muy solo)

Pero con los ojos desempañados de ese materialismo que solo nos permite ver el valor material de las cosas y de la vida, podemos percibir las cosas espirituales, Y entre las cosas espirituales están los testimonios de la extraordinaria Resurrección de Jesús, Jesús fue escuchado por el Padre, y el Padre Dios lo resucitó de entre los muertos, para nuestra esperanza y nuestra alegría, Y si sabemos mirar, podemos ver los testimonios, los rastros, las huellas de esta resurrección de Jesús no solamente en los Escritos Sagrados y en la vida de los santos, Esas iglesitas, templos, capillas que encontramos a lo largo ya lo ancho de la geografía, son imagen de la tumba que quedó vacía con la resurrección de Jesús. El primer signo de la resurrección es que fueron a buscar a Jesús a la tumba y encontraron la tumba vacía. Jesús ya no era un muerto, estaba vivo, había resucitado. Y sobre esa especie de mesa donde habían puesto el cuerpo de Jesús, algo así como los altares donde se celebra la misa, solo quedaba la sábana en la que lo habían envuelto. Algo así como el mismo mantel blanco que hoy tiene el altar de la misa.

Por eso los templos cristianos, abiertos y llenos de luz, y de la vida y la alegría de los chicos del catecismo y de los jóvenes, de los adultos y los mayores, son imagen de la tumba vacía y también son Fuente de la Vida porque Jesús habita en ellos Resucitado. Jesús, buscamos la belleza de tu Rostro resucitado.


Fuente: Reflexiones 21, Misión Jesuita Multimedia - Compañía de Jesús - Argentina