No quería ver

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En la vida de san Martín de Tours se cuenta que éste tenía un cariño especial para los ciegos, y curaba a cuantos podía, pidiendo a Dios por ellos. Uno de los que recuperó la vista fue a buscar a un amigo, antiguo compañero de ceguera y de mendicidad, le contó la feliz noticia y lo tomó del brazo para llevarlo al santo.
–– “Calma, amigo, ¿a dónde piensas que me vas a llevar?”.
–– “A san Martín. ¿No quieres recuperar la vista?”.
–– “Para serte franco, no”.
–– “Pero, ¿cómo es posible que digas eso? ¿Quieres dejar pasar una oportunidad así?”.
–– “Ese es el punto –respondió el ciego–. No me conviene volver a ver porque voy a perder mi ‘oportunidad’, ¿sabes? Hace ya mucho tiempo que tengo mi lugar de mendicidad en la puerta de la catedral de Notre Dame, donde un grupo permanente de buenas señoras, todas muy caritativas, me dan dinero y todo lo que necesito para vivir. Si vuelvo a ver, voy a tener que empezar a trabajar. Di a tu santo que así estoy bien, que muchas gracias y que guarde sus milagros para otros”.