Un sello de correos

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Abraham Lincoln gozaba refiriendo la siguiente historia, de la que él había sido protagonista. 
En los días de la Guerra de Secesión, Lincoln fue detenido por un centinela que no le conocía; ignorando el santo y seña, el presidente apeló al recurso de decir al soldado: 
–– “¿No sabe usted quien soy yo?”.
–– “No” –replicó el centinela descaradamente. 
–– “¡Pues soy el presidente de los Estados Unidos!”. 
–– “Pase usted –dijo el soldado–; pero, la verdad, parece usted un sello de correos usado”. 
Respuesta justificada, dada la fealdad del señor Lincoln.