Amar, oración del joven

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Quisiera amar, Señor, necesito amar,

todo mi ser no es ya más que un deseo:

mi corazón, mi cuerpo, se alargan en la noche hacia un desconocido a quien ya amo,

y braceo en el aire sin encontrar el alma que abrazar.

Estoy solo y quisiera "ser dos",

hablo y no hay nadie que escuche

vivo y vivo, y nadie saca jugo a mi vida.

¿Para qué ser tan rico si no enriquezco a nadie?

¿Y de dónde viene este amor? ¿Adónde va?

Quisiera amar, Señor, necesito amar.

He aquí, Señor, en esta tarde, todo mi amor estéril.

 

Escucha, amigo. Párate un momento

y haz silenciosamente un largo viaje hasta lo más profundo de tu corazón.

Avanza a lo largo de tu amor recién hecho, como a contracorriente del río

hasta encontrar su fuente.

Y, al principio y al fondo del infinito misterio de tu amor inquieto, me encontrarás a Mí.

Pues Yo me llamo Amor y soy Amor, ya desde siempre, y el Amor está en ti.

 

Soy yo quien te hizo para amar, para amar eternamente,

y tu amor pasará a "otro/a-tú-mismo".

Es él/ella a quien buscas; él/ella está en tu camino desde siempre

sobre el camino de mi amor.

 

Ahora es preciso esperar su llegada:

él/ella se acerca, tú te acercas y os reconocéis.

Pues yo hice su cuerpo para ti y el tuyo para él/ella,

yo hice tu corazón cara a él/ella y el suyo para el tuyo,

y por eso os buscáis en la noche,

en mi noche, que se hará luz si confiáis en Mí.

 

Resérvate para él/ella, amigo mío, como él/ella se reserva para ti.

Yo os guardaré al uno para el otro.

 

Y, mientras, como tú tienes hambre de amor,

he ido poniendo en tu camino a todos tus hermanos para que los vayas amando.

Créeme, el amor necesita un largo entrenamiento,

y no hay diversas clases de amor, sino una sola:

Amar es olvidarse de sí mismo para ir hacia los demás.

Señor, ayúdame a olvidarme de mí por mis hermanos los hombres

para que, siempre dándome, aprenda a amar.