Amor abundante 

Autor:




Ni la muerte... ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar
del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro. Romanos 8:38-39

Mi amiga yace acostada en la cama del hospital, sosteniendo
con sus manos débiles las tarjetas que mi hijo preparó para 
ella. Fue un gran esfuerzo para ella el enfocarse en las tarjetas, pero a pesar de su dolor, ella sonrió como lo hacía en años anteriores, cuando éramos personas nuevas en su comunidad. Su vida nos enseñó mucho acerca del amor de Dios. Ella nos amó aun cuando no éramos miembros de su familia y teníamos poco que ofrecer a cambio de su generosidad. Ella nos amó así como Dios nos ama a través de Jesucristo. Nos invitó a su casa, nos alimentó y nos cuidó así como Jesucristo abrió sus brazos y ofreció su cuerpo y su sangre para recibirnos en su familia.
Finalmente, mientras yacía moribunda, nos mostró que el amor de Dios nos sostiene al pasar de esta vida a la otra. A
pesar de su sufrimiento, su rostro radiante nos recordó a todos que nada, ni siquiera el dolor de la muerte, nos puede separar del amor de Dios.

Oración: Amado Dios, gracias por esas personas especiales cuya vidas nos enseñan acerca de tu amor constante. Capacítanos para seguir su ejemplo y alcanzar a otras personas. Amén