Asesinos veraniegos

Autor: Álvaro López Fuentes
Enviado por: Sergio Irizarry

 

Hace unos días me levanté un poco inspirado. ¿Cómo explicarte...? Me dio la "venada" y se me ocurrió dedicar la mañana a interrogar a la gente de la calle. Me lo pasé bomba, como en Disney World pero con gente seria, peripuesta y de todos los gustos y colores.

Mi primera víctima vestía un traje oscuro, corbata exótica y gafas. Por el maletín presumí que sería alguien importante, tal vez un empresario o ingeniero. Me crucé con él y le caí con la pregunta, imitando el tonillo de un buen periodista: "¡Oiga!, perdone la molestia, ¿usted ha vivido una vida antes de ésta?". Nada... ésta era su primera vida. Mientras se alejaba, no dejaba de mirar hacia atrás con cara de interrogante. Seguramente me tachó de loco. Yo también hubiera pensado igual.

Me pasé la mañana preguntado a unos y a otros. Recogí impresiones de todo tipo. "Pero ¿de qué vas tío?" -me dijo uno-. Sin embargo, llegué a una conclusión: nadie había tenido una vida anterior. Todos estrenaban su primera vida.

Para completar la encuesta, me faltaría preguntar a los cactus, a los naranjos, a las hormigas y canarios, por eso de la reencarnación. Lástima que no hayan aprendido a hablar. Y si hablan a ver dónde consigo un traductor simultáneo.

El mismo asombro de las víctimas matutinas me corrió por las venas este verano, cuando cayó entre mis manos un folleto con este título: "Sugerencias para matar el tiempo".

No me cabía en la cabeza cómo se puede pensar en matar el tiempo cuando lo tenemos contado. ¿Quién te asegura que volverás a vivir en esta tierra? ¿O te has encontrado con alguien que esté estrenando su segunda o tercera vida? A ver si me lo presentas para que me cuente.

Ya sé que nos electrocuta eso de pensar en la muerte, pero un hombre no es verdaderamente adulto hasta que ha mirado a la muerte cara a cara. Tantos muertos como desfilan por delante de nuestra vista al ver las noticias, y no se nos ocurre la idea de la muerte. ¡Qué lástima! Nos hemos acostumbrado. Desde esa certeza, el chaval, la chica o el señor, tomarían redobladas fuerzas para sacarle más jugo a sus años de vida.

Si te dedicas a matar el tiempo durante el verano, te dedicarán un epitafio como éste: "Aquí descansa fulanito de nada, que al morirse, dejó vacíos unos pantalones".

La vida es una oportunidad y hay que aprovecharla, como hay que aprovechar cada minuto del año, también los veranos y los fines de semana. No mates el tiempo, acabarás con tu felicidad, destruirás tu futuro, y se te irá de las manos un tiempo precioso para disfrutar tu única vida.

Invierte tu tiempo en algo útil para ti y para los demás, y asegura tu vida eterna.