A vos, gloriosa Madre

Autor: Bartolomé Leonardo de Argensola

 

Vos, gloriosa Madre,
que le dais el pecho,
recogednos las perlas
que vierte gimiendo;
que por ser de sus ojos
no tienen precio.

Cuanto sus ojos miraren,
veremos fértil y lleno,
la tierra de alegres frutos,
de serenidad del cielo.

Cesará el rigor del rayo
y la amenaza del trueno;
pondrá a los pies de la paz
la venganza sus trofeos.
Obrad, lágrimas suaves,
nuestro general remedio,
y salgan de suspensión
la esperanza y el deseo.

Vos, gloriosa Madre,
que le dais el pecho,
recogednos las perlas
que vierte gimiendo;
que por ser de sus ojos
no tienen precio.

Niño divino y humano,
pues venís para volvernos
a la gracia, que al principio
nos quitó el primer exceso,
comience a esparcir sus glorias
la unión de los dos extremos;
porque el odio y el amor
no caben en un sujeto.

En vuestras lágrimas hierve
la calidad del afecto;
haced que el orbe se abrase
en tan amoroso incendio.

Vos, gloriosa Madre,
que le dais el pecho,
recogednos las perlas
que vierte gimiendo;
que por ser de sus ojos
no tienen precio.