Bienaventuranzas de los que tienen capacidades diferentes

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Bienaventurados los que entienden que aunque mis ojos brillan, mi mente es lenta.

Bienaventurados los que saben que mis oídos tienen que esforzarse para comprender lo que oyen.

Bienaventurados los que no se escandalizan por mi extraño paso al caminar y por mis manos torpes.

Bienaventurados los que comprenden que aunque no puedo hablar, mi corazón les dice cuánto les amo.

Bienaventurados los que me respetan como soy y no como ellos quisieran que fuera.

Bienaventurados los que con su amor y sus cuidados me acompañaron en mi peregrinar al gran encuentro con Dios.