Carta de un Padre a su Hijo

Autor:

Enviada por: Gilda Querevalú

 

Querido Hijo (a):

- El día que esté viejo y ya no sea el mismo ten paciencia y compréndeme.

- Cuando derrame comida sobre mi camisa y olvide cómo atarme mis zapatos, recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas.

- Si cuando conversas conmigo, repito y repito las mismas palabras y sabes de sobra como termina, no interrumpas y escúchame.  Cuando eras pequeño (a) para que te durmiera tuve que contarte, miles de veces el mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos.

- No me reproches porque no quiera bañarme;  no me regañes por ello, recuerda que te perseguí y los miles de pretextos que te inventaba para hacer más agradable tu aseo, acéptame y perdóname ya que ahora soy el niño.

- Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona.

- Acuérdate que fui yo quien te enseñó  tantas cosas: comer, vestirte, a como enfrentar la vida tan bien como lo haces; son producto de mi esfuerzo y perseverancia.

- Cuando en algún momento, mientras conversamos, me llegue a olvidar de que estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde y si no puedo hacerlo, no te impacientes.  Tal vez no era importante lo que hablaba y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas en ese momento.

- Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas. Sé cuanto puedo y cuanto no debo. También compréndeme con el tiempo, ya no tengo dientes para morder, ni gusto para sentir.

- Cuando mis piernas fallen  por estar cansadas para andar, dame tu mano  tierna para apoyarme como lo hacía yo cuando comenzaste a caminar con tus débilas piernitas.

- Por último, cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y sólo quiero morir, no te enfades. Algún día entenderás que esto no tiene nada que ver con tu cariño o cuanto te ame, trata de comprender que ya no vivo, sino sobrevivo, y eso no es vivir.

- Siempre quise lo mejor para tí y he preparado los caminos que has debido recorrer, piensa entonces que con este paso, que me adelanto a dar, estaré construyendo para ti, otra ruta en otro tiempo, pero siempre contigo.

- No te sientas triste ni impotente por verme así, dame tu corazón, compréndeme y ayúdame como lo hice cuando empezaste a vivir, de la misma manera que yo te he acompañado en tu sendero, te ruego me acompañes a terminar el mío.

- Dame amor y paciencia, que te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti.

Con Amor, tu padre.