Critica

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Cierta noche, un hombre que viajaba a caballo rumbo al mar, llegó a una posada. Se apeó, y confiado de los hombres y de la noche, como todos los jinetes que van al mar, ató su caballo a un árbol y entró a la posada.

A media noche, mientras todos dormían, llegó un ladrón y robó el caballo.

Al amanecer, el hombre descubrió el robo y se afligió por el caballo y por el ladrón.

Entonces, sus compañeros de posada, rodeándolo, comentaron:

El primer hombre: "Qué tontería la de amarrar el caballo fuera del establo".

Y el segundo: "Mas tonto aún, no haber atado los pies del caballo".

Y el tercero: "Además, es estúpido ir hacia el mar a caballo".

Y el cuarto: "Solamente el perezoso y el lento usan caballos".

El viajero, asombrado, dijo: "Amigos míos, porque mi caballo fue robado, señaláis mis faltas y defectos. Pero es extraño que ni una sola palabra de reproche se haya dicho en contra del ladrón".