Dar y recibir

Autor: Chiara Lubich

 

"Porque a quien tiene se le dará y le sobrará".

Estas palabras de Jesús son tan importantes que el Evangelio de Mateo las cita dos veces!

Jesús las dijo respondiendo a los discípulos que le preguntaban por qué a ellos les hablaba abiertamente, mientras que a los otros se dirigía con parábolas, de manera velada. A sus discípulos, Jesús les daba la plenitud de la verdad, la luz,
justamente porque lo seguían, porque para ellos él era todo. A ellos, que le habían abierto el corazón, Jesús se da en plenitud.

Para comprender esta manera de actuar suya, puede resultar útil, recordar otra palabra semejante, que cita el Evangelio de Lucas: "Den y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante".
En las dos frases, según la lógica de Jesús, "tener" (al que tiene se le dará)
equivale a "dar" (a quien da, será dado).

Estoy segura de que también tú has experimentado esta verdad evangélica. Cuando ayudaste a una persona enferma, cuando consolaste a alguien que
estaba triste, cuando estuviste al lado de quien se sentía solo ¿no te ha sucedido a veces probar una alegría y una paz que no sabías de dónde venían?
Es la lógica del amor. Cuanto más uno se dona, tanto más se enriquece.

Sí, es el amor el que nos hace ser.
Nosotros existimos porque amamos.
No nos queda otra cosa que amar.
Sólo así Dios se dará a nosotros y con él llegará la plenitud de sus dones.

Demos concretamente a quien está a nuestro alrededor, seguros de que dándole a él le damos a Dios; demos siempre; demos una sonrisa, un acto de comprensión, un perdón, una escucha; demos nuestra inteligencia, nuestra disponibilidad, demos nuestro tiempo, nuestros talentos, nuestras ideas, nuestra actividad, demos la experiencia, las capacidades, los bienes para compartir con los demás, de manera que nada se acumule y todo circule.

Nuestro dar abre las manos de Dios que, en su providencia, nos llena con sobreabundancia para poder dar más todavía y mucho, y volver a recibir y poder así ir al encuentro de las inmensas necesidades de muchos.

El don más grande que Jesús quiere hacernos es él mismo, que quiere estar siempre presente en medio de nosotros: esta es la plenitud de la vida, la abundancia de la cual quiere colmarnos.
Jesús se da a sus discípulos cuando lo siguen unidos. Por lo tanto, esta palabra de vida nos recuerda también la dimensión comunitaria de nuestra espiritualidad. A los que tienen el amor recíproco, a los que viven la unidad,
se le dará la Presencia misma de Jesús n medio de ellos.

Amemos entonces, amemos a todos