Defectos en las personas

Autor: Phil Bosmans

 

 

¿Cómo veo yo los defectos de mi marido, de mi mujer, de mi padre, de mi madre, de mis hijos? Los defectos de mis compañeros de trabajo, de mis condiscípulos, de mis vecinos. Entiéndeme bien: no me refiero los defectos de las personas que no conoces personalmente, que, en definitiva, no me hacen sufrir. Me refiero a defectos y errores de personas próximas a ti, personas a quienes dices querer, con quienes trabajas y te ves cada día. Si los defectos de estas personas me duelen, si sufro por ello, tengo que mirar dentro de mi corazón. En ese momento el amor disminuye. No tengo que estar completamente ciego a causa de los defectos de los demás.

Pero cuando vivo verdaderamente la caridad veo menos defectos e imperfecciones.

El amor es ciego. Pero cuando el amor y la amistad languidecen también languidece un poco esta "simpática" ceguera. Los inevitables defectos y errores del prójimo empiezan a molestarnos. Pesan mucho. Dan la impresión de crecer con el día. Empieza a cansárseme la vista y al fin sólo veo cosas negras. Defectos y errores. ¡Cosas feas!

SEÑOR, no me falta nada. Tengo dos ojos preciosos como diamantes, una boca para cantar y una salud que no tiene precio.

SEÑOR, no me falta nada. Tengo el sol en el cielo, tengo un techo para cobijarme. Tengo trabajo para mis manos. Tengo una mesa bien provista de comida y hay gente que me quiere.

¡SEÑOS, NO ME FALTA NADA!