¿Dónde está la perfección de Dios?

Autor: Kary Rojas

 

 

Alguna vez escuché decir que Dios es perfecto y toda su creación también lo es; en especial el hombre que fue hecho a su imagen y semejanza.

Hoy después de que he vivido varios años de mi vida... viendo lo que soy y lo que he hecho, me pregunto: ¿Dónde está la perfección de Dios en mí?

Si mi figura es deforme y diferente; si tal vez en el momento de mi nacimiento, cuando mi Madre supo la noticia de que nací con una enfermedad llamada enanismo, se rompieron muchos de sus sueños de tener una hija normal. Y mi Padre se preocupó demasiado pensado cómo sería mi futuro siendo así?

Dónde está la perfección de Dios en mi, si en mi niñez muchas veces no pude jugar como cualquier niña, porque no era ágil para correr, me agitaba rápido y se me dificultaba realizar ejercicios físicos, por tanto en ocasiones mis amigas no me querían en sus equipos deportivos porque las hacía perder y no era tan ágil como ellas...

Dónde está la perfección de Dios en mi? Si a pesar de ir creciendo en edad, en estatura seguía siendo una niña, y cuando adolescente, no pude dar la medida como mujer, porque no tenía un par de piernas largas como las demás chicas, por lo tanto, jamás tuve la oportunidad de conocer el Amor.

Dónde está la perfección de Dios en mí? Si cuando me miro al espejo, me encuentro con una criatura diferente a las demás, a la cual todos miran por la calle con curiosidad y con variedad de sentimientos.

Dónde está la perfección de Dios en mí? Si mi mayor tiempo en el colegio no fui muy buena estudiante y muchos dudaron de mis capacidades no solo físicas sino intelectuales.

Dónde está la perfección de Dios en mí, si mi interior es demasiado frágil, en mi corazón existen vacíos y a diario sin quererlo cometo errores.

Dónde está la perfección de Dios en mí, si no soy como todos los demás seres creados y a veces me siento como una extra terrestre en un mundo de gigantes.

Cualquiera que no tuviera Fe, jamás podría encontrar la perfección de Dios en mí o en aquellas personas que por ser algo diferentes, llaman “anormales”.

Pero hoy, después de todo lo que he luchado, quiero contarle a todos dónde está la perfección de Dios en mí:

Es cierto que el hecho de haber nacido diferente pudo haber sido difícil para mis padres; pero hoy, soy la esperanza de mi Madre, su apoyo, su compañía, quien vela por ella.

Mi padre vivió repitiendo a cada instante con el corazón hinchado de orgullo, que yo era su hija amada; le di muchas satisfacciones con cada logro y meta que alcanzaba, y murió con la certeza de que lucharía siempre por hacer realidad sus sueños y los míos.

Mis amigas, aprendieron a soñar con cada uno de mis sueños y mis fantasías, siempre que estaban conmigo sonrían, porque luché por hacer de cada acontecimiento un chiste; si no podía jugar con ellas las aplaudía y les hacía barra para que ganaran.

En mi juventud, quizá nunca pude salir con un chico ni experimentar el amor, tal vez físicamente no era atractiva para nadie; pero fui siempre la consejera, la mejor amiga de todos, la que buscaban para desahogarse y encontrar consuelo o paz.

En el colegio no fui muy buena estudiante, pero estoy inundada de dones y talentos que sorprenden a muchos, y soy capaz de hacer muchas cosas que los que se llaman así mismo normales no pueden hacer como yo.

Y quienes me miran en la calle, reciben a cambio una sonrisa, una broma, y los invito a ser mis amigos. Y cuando me sentía extra terrestre, alguien me dijo: Pequeña Gigante.

Cuando creí que jamás sería Madre, se me confiaron 33 niñas que crecen y se forman en mis manos y me llaman Maestra así como llamaron sus discípulos a Jesús.

Al mirar mis pequeñas manos, veo todo lo grande que puedo hacer con ellas, letras que dan vida, música que alaba a Dios.

Y con mis piernas pequeñas y débiles, puedo llegar muy lejos, traspasar fronteras y penetrar en el corazón humano... Y cuando me sentía sola, encontré al Amigazo...

Y hoy con ese deseo de dar lo mejor de mí a los demás, de querer ver dibujado una sonrisa en cada rostro, de soñar con regala paz, ya hasta muchos me consideran su Angelito terrenal..

Y cada caída de la que me levanto, cada lágrima que enjugo en mi rostro, cada experiencia difícil que logro superar, cada vacío que lleno con el amor de Dios, se convierte en testimonio de superación, que alguien escucha o lee y se alimenta de él como una vitamina que le devuelve la fe en un Dios que es amor y que todo lo ha hecho perfecto.

Entonces, comprendí que el dolor asumido con paz, no deforma, sino que transforma; que el Amigazo está conmigo, me amó así, me pensó así y así mismo me creó, a su imagen y semejanza.

Por tanto, la perfección de Dios en mí, está en todo lo que a través de mi vida logra transformar en los demás, en mi superación, en las sonrisas que dibujo en cada rostro, en lo que a diario transmito a mis niñas, en la esperanza que siembro en el corazón de aquel que lee mis escritos o escucha mi testimonio, en mi oración de acción de gracias en medio de las dificultades, en la fe que mueve montaña, en aprender a morir a mí misma para dar vida a otros.

Tal vez en algún momento tu también te habrás sentido demasiado imperfecto, porque las cosas andan mal, porque sientes que has fallado o que has caído y que muchos errores has cometido; mírame quizá soy demasiado imperfecta ante tus ojos, pero el plan de Dios es diferente...

Eres perfecto, hecho a su imagen y semejanza, y tu perfección consiste en transformar todo lo que está a tu alrededor, morir a ti mismo para dar vida a otros, ser agente de cambio que transforme al mundo con su vivir.

Ahora piensa en un instante, dónde está la perfección de Dios en ti? Este es un nuevo día que se te regala para que la descubras y la transformes en oración.

Karina María Rojas Suárez (Modificado del texto “Dónde está la perfección de Dios” la historia de Sasha).