El costal de mi Padre
Autor:
María del Carmen Torres Núñez, Copyright Junio 14, 2000



     
¡Qué frágil es la vida!, me repetía varias veces en silencio el día que mi
padre murió quitándose la vida. Sin decir algo, se llevó su secreto y su pena a su tumba.

No me dio tiempo a una despedida. En mis labios se quedaron tiernas palabras que casi ya no le decía. Por varios meses me hundí en un abismo de tristeza, no encontraba consuelo con su trágica muerte.

Una noche soñé a mi padre donde él me mostraba que todo estaba bien donde él se encontraba y me regalaba muy feliz un costal. Si, un costal viejo, donde se almacena el fríjol, pero éste estaba vacío; y me decía: "Mira mi hija te lo regalo".
Al despertar me quedé intrigada por saber el significado que tenía este sueño.
Me preguntaba: "¿un costal viejo, vacío, no entiendo?". Así me quedé sin poder comprender algo.

Pasaron los años y un día sentada en una banca de una plaza, en México,
sucedió algo que cambió mi vida. Había mucha gente ese domingo,  y me
encontraba hundida en la pena de mi divorcio y de lejos contemplaba a mis hijos; se veían felices y yo les sonreía cada vez que se volteaban a verme, no quería que se dieran cuenta de mis preocupaciones: "que tenía que enfrentarme, sola con ellos, a una nueva vida".

De repente se sienta en mi banca un joven que cargaba una guitarra vieja despostillada; tenía el cabello rizado todo alborotado, unos jeans viejos y rotos, el olor que despedía venía de sus huaraches nuevos de piel. Lo observaba de reojo. Me sentía molesta de que se sentó en mi banca, habiendo otras desocupadas. Pensando cambiarme a otra banca, de repente empieza el joven a declamar una poesía. Pensé para mis adentros: "No mas esto me faltaba, un poeta y bien loco de pilón". Y seguí pensando: "Si cree que con su poemita me va a conquistar, horita mismo mando a otra parte a este mocoso"

Le di la espalda para ver si se iba, pero nada pasaba. El joven decía: "Abran ese costal y despojen todo lo malo que cargan allí. Guarden únicamente lo bello que les da la vida y verán que su vida cambiará"

Me quedé paralizada sin decir nada. Me estaba aguantando las lágrimas. Este poeta se voltea hacia mi y me dice muy alegremente: "Amiga, empiece a limpiar su costal que ya tiene un montón de nudos"

"¿Quién eres?"  -le pregunté. 

Me respondió con una sonrisa: "Soy poeta, bohemio, trovador y estoy bien loco";  y muy despacito, como para que nadie escuchara me dice: "Todos los días ayudo abrir costales al que veo que carga penas muy pesadas y lo disimulan con sonrisas, así como usted amiga"

Se me abrieron más los ojos de sorprendida. Sólo le dije: "Muchas Gracias, poeta, que Dios te bendiga". Se despidió de mi con una reverencia y se fue cantando muy alegremente entre la multitud. Nunca lo he vuelto a ver desde aquel día. Mas sin embargo, desde ese instante cambió mi vida.

Me tomó varios días limpiar mi pesadísimo "costal". Todo lo negativo lo
enterré.
Ahora sólo cargo en mi "costal" lo bello que me ha dado la vida. Por fin
comprendí lo que mi padre quiso decirme. Sé que mi padre, esté donde esté se da cuenta de lo mucho que lo quiero y que estoy muy agradecida por el regalo más hermoso que me haya dado:

¡EL COSTAL VIEJO DE SU VIDA, QUE YA NO PESA NADA!