El guerrero y su esposa

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Cuenta una historia de la tradición sufi que un valiente guerrero regresó a su pueblo después de haber combatido con toda el alma por su patria. 

Al llegar a casa su alma se derrumbó cuando le dieron la triste noticia de que su amada esposa había muerto. 

El guerrero, abatido por el dolor, hizo todo lo posible por entrevistarse con el profeta Mahoma, y entre otras cosas le dijo:

- Aconséjame qué puedo hacer para que mi querida esposa nunca sea olvidada.

- Construye un pozo en el desierto, dijo el profeta. Así todas las caravanas que se beneficien de él darán gracias a Dios por calmar la sed en sus frescas aguas, y por tu amada esposa. 

Así lo hizo el apenado guerrero y, con el paso del tiempo descubrió que había ganado la batalla más importante de la vida: Había derrotado al desespero y al pesimismo. 

Una victoria que sólo se obtiene cuando en la fe, en la esperanza y en un amor hecho servicio, le hallamos sentido a la vida a pesar de la muerte y las penas. 

"Dando, recibimos" y "somos consolados cuando buscamos consolar" decía San Francisco de Asís. Vivir bien y dar vida es lo mejor que podemos hacer para no estar muertos en vida.