El nuevo dueño

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Un hombre tenía un mal casero, un tipo amargo y malencarado que durante años llegaba todas las semanas a gritarle que le pagara, que arreglara el 
jardín, que no pegara clavos. En fin, era un verdadero calvario para el 
inquilino.

Cierto día un hombre que vio aquella situación se decidió a comprarle la
casa a aquel mal casero. Este aceptó y vendió la casa a el otro hombre.

Cuando el nuevo dueño llegó a tocar la puerta el inquilino salió lleno de
temor, pero este nuevo dueño se presentó y le indicó que era el nuevo dueño
y que de ahora en adelante podía hacer las remodelaciones que quisiera, con
el jardín y pintarla del color que quisiera.

El inquilino quedó muy feliz y entró a su casa nuevamente. Entonces alguien
tocó nuevamente la puerta. Era el dueño anterior que venía a decirle que
cuidara esa casa, porque había sido de el durante mucho tiempo y otro montón
de cosas que el inquilino no dejó que le dijera. En seco le detuvo y dijo:
"Usted ya no es el dueño de esta casa, si quiere algo hable con el nuevo
dueño. Ahora váyase y no me moleste mas. Usted no tiene nada que hacer
aquí."

Muchas veces cuando nos encontramos con Jesús, el viene y nos muestra como
será nuestra vida y nos sentimos muy bien y llenos de paz. Pero entonces,
vienen los viejos pensamientos de quien fuimos antes de conocerle.

Recordamos nuestros errores, o la gente alrededor nos "hace el favor"  de
recordarnos nuestros errores. ¿ Y qué hacemos cuando eso pasa ? Acaso
tomamos esos pensamientos y los enviamos donde Jesús ? ¿O nos deprimimos y creemos que no valemos la pena?

No importa tu pasado, ahora tu casa pertenece a Jesús quien pagó con sangre
en la cruz el precio. Si el antiguo dueño llega...toma una escoba y ya sabes
que hacer con el.