El oxigeno del alma

Autora: Cristina Cendoya

 


Un joven se presenta ante el maestro durante el tiempo de su paseo
cotidiano, y le pregunta:

-¿Por qué nos dices que debemos orar siempre? Dame un argumento que me
convenza para rezar cuando no tenga ganas.

El maestro le pasa la mano por la nuca, y con un movimiento rápido e
inesperado, le sumerge la cabeza en una pila de agua que encuentran junto al
camino. Después de un minuto, el joven empieza a agitar las manos
desesperadamente. El maestro lo deja incorporarse y el discípulo protesta
jadeante:
-¿Qué te pasa? ¿Es que quieres ahogarme?

Y el maestro:
-Creo que ya has empezado a entender; la oración es el oxígeno del alma.