El Perdón

Autor: Gonzalo Gallo G. El Tiempo Octubre/2.000



Cuenta una leyenda medieval que Jesús decidió revivir la última cena con los discípulos. En la representación, el Maestro se sentó en el cielo con sus amigos y había un puesto vacante en la mesa. Pasado un buen tiempo entró Judas y Jesús se levantó, lo saludó, lo abrazó efusivamente y le dijo: “Bienvenido, hermano mío, siéntate; hemos estado esperando por ti.”Cuenta también otra historia que unos discípulos fueron adonde su sabio maestro y le preguntaron: Dinos una cosa: ¿qué hace Dios todo el tiempo en el cielo? Y él respondió: Perdonar, perdonar y personar. Bueno, si estas historias te dejan pensativo, siéntate, cierra tus ojos, ora y ábrete a la acción terapéutica del perdón. Elige perdonar y perdonarte porque el perdón es una decisión, no una simple intención, una idea o un vago deseo.

Mira con ojos de amor a los que te han herido: son niños en el camino espiritual y están enfermos del alma. Ora y di con Jesús: “Perdónales, Padre, porque no saben lo que hacen” . Recuerda que el odio y la culpa te encadenan y que el perdón te libera, te da paz y te engrandece. Perdonar es una experiencia liberadora; te armoniza, te ilumina y te llena de paz. No obstante, el ejercicio del perdón cuesta y lo más difícil es perdonarnos a nosotros mismos.¿Por qué será que nos autoflagelamos de un modo tan inmisericorde? ¿Por qué nos castigamos con la culpa una y otra vez? En buena parte, porque eso es lo que vimos hacer a nuestros padres y también por creencias religiosas mal fundamentadas. Lo que necesitamos, entonces, es hablar de responsabilidad, no de culpa, reconocer nuestras fallas, aprender de ellas y mejorar.
Ánimo, deja de lado el orgullo o el perfeccionismo y acepta humildemente la fragilidad. La culpa te paraliza y te roba lo mejor de tus energías; la culpa y el odio te rebajan, te frenan y te impiden disfrutar el hoy. Por eso, si quieres ser feliz, pide perdón a Dios y a los demás, sé bueno contigo mismo, perdónate y perdona. Ya sabes que perdonar no necesariamente es olvidar sino recordar en paz. Además, el perdón no es inseguridad y pide que haya justicia para que el mal desaparezca. Puedes perdonar y, al mismo, tiempo actuar con firmeza.
Recuerda, también, que el perdón es un regalo que, ante todo, te das a ti mismo; como dijo el Dalai Lama: “Si no perdonas por amor, perdona al menos por egoísmo, por tu propio bienestar