El sentido del sufrimiento
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La Encarnación y la Redención no son un hecho solamente individual, sino también una realidad social.
Dios, haciéndose hombre, se constituye en Cabeza nuestra, en hermano nuestro; entre El y nosotros nace un nuevo parentesco, una nueva afinidad, una extraordinaria e indestructible unidad: formamos, unidos todos a El, una sola persona, Cristo Total.
Por consiguiente, el Cuerpo místico está formado por El y por nosotros; El es la Cabeza, nosotros somos los miembros; y todos juntos formamos un Cuerpo admirable.
Y puesto que la Encarnación es el comienzo de la Redención, que culmina en Pasión y Muerte, entre todas las acciones goza de una evidente primacia EL SUFRIMIENTO: Cristo ha sufrido y nosotros sufrimos con El; sus padecimientos son los nuestros, y nuestra es su Redención.
Con Cristo está crucificada la humanidad; y con su Carne la nuestra.
NOSOTROS SOMOS PARTÍCIPES Y COMPAÑEROS EN SU PASIÓN; SU PASIÓN ES NUESTRA PASIÓN; NUESTRA PASIÓN ES SU PASION.
CRISTO SIGUE PADECIENDO EN NOSOTROS, Y TODOS NUESTROS SUFRIMIENTOS SON SUYOS.
Jesús centra en sí el llanto de la humanidad entera; en El confluyen todos los sufrimientos del mundo. Y en esta vida de sufrimiento a cada uno de nosotros le toca su parte.
El paga con la sangre de su humanidad, para que hoy nuestro sufrir, gracias a su rescate, tenga un mérito y un valor expiatorio.
Y SI ES EL QUIEN SUFRE EN NOSOTROS Y CON NOSOTROS, NINGUN SUFRIMIENTO ES VANO, NINGUN SUFRIMIENTO INUTIL, PORQUE TODO PADECIMIENTO TIENE SU FINALIDAD Y SU RAZON
CREACION, REDENCION, CUERPO MISTICO.