Han sido llamados a la vida del Espíritu

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Se abren las flores en la primavera Celeste y difunden perfume Divino, dando al aire que las circunda una silenciosa participación de las cualidades que cada una de ellas tiene. Es hermoso el espectáculo de las almas que obran ocultamente en Mi Voluntad, este prodigio.

Acostumbrados como están los hombres del hedor de los pecados, que infecta su atmósfera, no hacen caso, o mejor, no tienen aquel sentido espiritual que hace percibir esos perfumes de Cielo que Yo deposito en sus almas. Pero es grande el producto que recabo de él y mucho más poderoso que el maléfico causado por el pecado.

Ustedes suelen reflexionar sobre cosas mundanas. ¿Cuándo reflexionarán sobre cosas Celestiales?

Han sido llamados a la vida del espíritu. ¿Y por qué materializan aun las cosas que no son cosas, sino sólo espíritu?

Yo les dí la primavera, sin embargo sus flores tienen vida corta; les di los perfumes de las flores y también ellos pasan, pero no tan pronto como las flores de las que provienen. En todo He dejado algo que testifica lo invisible y esto es lo que más importa y da certeza de vida futura y también presente. ¿Qué es un capullo de rosa? ¿Es sólo lo que ven y nada más?

Es una urdimbre de sabiduría que da vitalidad a las criaturas por las cuales Ha pasado el hálito de Mi vida. ¿Qué es el perfume de una flor? ¿Sólo una cosa que le recrea el olfato?... Es en cambio, un difundirse de vitalidad ignorada que Yo He puesto en todas las plantas como testimonio de Mi Espíritu que infunde la existencia, la vida.

Mis almas, que reciben en don la "flor del Cielo", ¿saben que llevan los perfumes de la flor divina? Piensen, piensen bien en esto. No envío a ustedes un polen que las fecunde, porque reciben la flor entera, que quiere reproducirse a sí misma en ustedes, de manera que nuevas flores engalanen a la eterna flor y todas juntas envíen a la Divinidad el gratísimo perfume de la flor principal. Ustedes no conocen, no saben, pero Yo no dejo de obrar también en su ceguera, hasta alcanzar la transformación que He deseado.

Grande prado florido el campo de las almas en el cual poso complacido, Mi mirada. Florecillas Mías, si pudieran ver Mi obra, les digo que enloquecerían de amor y no traerían a colación ciertas dificultades suyas.

Si tú, florecilla, quieres hacer de corona a la eterna flor, deja que Yo cuide de tí, porque Soy un jardinero sin igual. Si tú, florecilla, quieres difundir los perfumes que tanto te agradan, está tranquila en Mis manos y verás resultados del todo imprevisibles. No es difícil, lo aseguro; sólo es difícil verlo en verdad. Sometido el querer, lo demás será menos áspero, más posible.

Florecillas Mías, cuando los acoja una a una, sabrán perfectamente lo que hoy les He dicho.

Ahora dénme crédito, confianza, no quiero más.

Jesús

Obtenido: Apostolado de la Nueva Evangelización