La soledad

Autor: Ignacio Aldrete

 

La soledad, trágica en ocasiones, nos produce una triste amargura, embriagando nuestras mentes, induciendo nuestra vida a la locura, generando un cúmulo de acciones inclementes.

La soledad profunda y dulce compañera de felices añoranzas, de amores ausentes, de momentos alegres y vivencias que hicieron vibrar nuestro corazón con un caudal de apasionadas caricias y de instantes sublimes de gran emoción.

La soledad de negativas remembranzas, de abrumadoras y frustradas ilusiones, incitándonos a crueles sentimientos, aconsejándonos malvadas elucubraciones en donde nacen y crecen los rencores de odios que abruman al alma con celos, dudas, inquietudes, desamores, perdiendo el juicio y la calma.

La soledad que da inspiración poética a las mentes armonizando con gran vocación las diáfanas y bella prosas elocuentes, vigorizando los espíritus que en acción sublimizan la mente y el alma.

La soledad de momentos positivos que nos proporcionan infinitas perspectivas de amores y justos pensamientos, de bondades y sanas iniciativas, de bellas relaciones y cariñosos momentos, a las grandes amistades sugestivas.

La soledad de un profundo silencio, que nos anima a meditar con amor el porque de nuestra existencia al sentir en el alma la presencia de Cristo Dios nuestro señor.