La vanidad humana

Autor: Padre John B. Lehmann

 

Se cuenta de Don Pedro II, emperador del Brasil, que compadecido de ver tantos pobres enfermos que andaban tirados por las calles, o morían abandonados en míseras casuchas, formó el propósito de levantar en Río de Janeiro un gran hospital para poder dar cabida a todo necesitado: para esto acudió a los buenos sentimientos de su pueblo. Pero el pueblo no respondió al llamamiento como él esperaba y los ricos se hicieron de oído sordo.

¿Qué hizo entonces el monarca? Conociendo los deseos de los ricos plebeyos en acceder a un título nobiliario, mandó proclamar un pregón en el cuál se invitaba a todos los que aportaran una cantidad considerable de dinero, para fines benéficos, serían condecorados por el Emperador con títulos nobiliarios de marqueses, duques y condes según fuese la cantidad del donativo. Además todos los oferentes serían homenajeados en una gran placa de mármol en el frontispicio del nuevo hospital de beneficencia.

Pronto se llenó la lista, y el levantar el hospital fue ya cosa de poco tiempo. El día de su inauguración, fue grande la expectación por ver la gran placa de mármol cubierta en terciopelo rojo, colocada en la parte central del frontispicio. Cuando Don Pedro develó la placa, todo el pueblo pudo leer estas palabras en letras de oro:

"Vanitas Humana, miseriae humanae" que traducida del latín significa:
"La vanidad humana a la miseria humana"