Los doce pasos de los A.A (Airados Anónimos)
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Admito que era impotente ante la ira, que mi vida se había vuelto ingobernable.
Llegué al convencimiento de que sólo Jesús podría devolverme el sano juicio.
Decido poner mi voluntad y mi vida al cuidado de Jesús.
Sin miedo hice un minucioso inventario moral de mi mismo.
Admito ante Jesús, ante mi mismo, y ante otro ser humano, la naturaleza exacta de mis defectos.
Estuve enteramente dispuesto a dejar que Jesús me liberara de todos estos defectos de carácter.
Humildemente le pido a Jesús que me libere de mis defectos.
Hice una lista de todas aquellas personas a quienes había ofendido y estuve dispuesto a reparar el daño que les causé.
Reparé directamente a cuantos me fue posible el daño causado, excepto cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para otros.
Continúo haciendo mi inventario personal y cuando me equivocaba lo admitía de inmediato.
Busqué a través de la oración y la meditación mejorar mi contacto consciente con Jesús, pidiéndole solamente que me dejase conocer Su voluntad para conmigo y me diese la fortaleza para cumplirla.
Habiendo obtenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos, trato de llevar este mensaje a otras personas que sufren de ira y de practicar estos principios en todos mis asuntos.