No me gusta...

Autor: Charles Péguy 


No me gusta el hombre que no duerme y que arde en su cama de preocupación y de fiebre.

No me gusta el que al acostarse hace planes para el día siguiente,
¡el tonto!

¿Es que sabe acaso cómo se presentará el día siguiente?
¿Sabe siquiera el color del tiempo que va a hacer?
Haría mejor en rezar.

Porque yo no he negado nunca el pan de cada día al que se abandona en mis manos como el bastón en la mano del caminante.

Me gusta el que se abandona en mis brazos como el bebé que se ríe
y que no se ocupa de nada y ve el mundo a través de los ojos de su madre.

Pero el que se pone a hacer cavilaciones para el día de mañana, ése trabaja como un mercenario, trabaja terriblemente como un esclavo
que da vueltas a una rueda sin fin y -eso entre nosotros- es un imbécil.

Y hasta me han dicho que hay hombres que trabajan bien y duermen mal, 
que no duermen nada.
¡Qué falta de confianza en mí!

Eso es casi más grave que si trabajasen mal y durmiesen bien, porque la pereza es un pecado más pequeño que la inquietud, que la desesperación
y que la falta de confianza en mí.

Gobiernan muy bien durante el día los asuntos del día y luego no se atreven a confiármelos a mí durante la noche.

El que no duerme de preocupación es infiel a la Esperanza, y ésta es la peor infidelidad.