No sé mentir, ni adulo ni mendigo

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

Libro: Momentos de paz

 

 

“No sé mentir, no adulo, no mendigo; si un libro no me gusta, así lo digo: ¿ qué pinto en Roma yo, por tanto, amigo”? (Juvenal).

Habrás notado que en tu vida de relaciones con las demás personas, que hay gente que miente sin darle la menor importancia.

Con tal de quedar bien ante todos, dicen mentiras. En ellas no se cumplen las palabras de Juvenal. Tú, sin embargo, no sabes mentir. Tus palabras son el reflejo de la verdad. La verdad es la que te hace libre en toda ocasión y momento.

Una segunda característica que se aprecia bastante en la sociedad actual y en alguna o muchas personas, en concreto, es la adulación. Les encanta halagar al jefe para tenerlo contento; les satisface decir buenas palabras al amigo o compañero. Y, por supuesto, son pura falsedad.
Los corazones que son ruines y mezquinos creen que adulando a los otros se los ganan.
A veces sucede así porque los que son objeto de halago, son unas personas inmaduras.

La madurez no se conquista por los años que tengas. Ella es un ejercicio permanente por situarte en las coordenadas de ser tú mismo aunque alguien intente supervalorar tus cualidades.
Si no caes en la cuenta de esta realidad, puedes convertirte en un ser manipulado por quienes hacen en la vida la carrera estúpida de adular sin ton ni son a los demás para ganarse sus beneficios.

Los decía Aristóteles: “Los tiranos se rodean de hombres malos porque les gusta ser adulados, y ningún hombre de espíritu elevado lo hará”. ¡Enhorabuena!


¡Vive hoy feliz!