Pio XII y el jilguero

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Pío XII encontró, en cierta ocasión,  un jilguero recién nacido, en los jardines de Castel Gandolfo, llevándoselo a sus habitaciones y cuidándolo él, personalmente, hasta salvarlo. El jilguero era como un devoto compañero del Santo padre: su única compañía muchas veces. La avecilla revoloteaba por las habitaciones papales, como niño travieso en sus correrías, mientras el Papa estudiaba, oraba y sonreía.