¡Puedo cortar madera!
Autor: Anthony de Mello



Cuando el Maestro de Zen alcanzó la iluminación, escribió lo siguiente para celebrarlo:
¿¡Oh, prodigio maravilloso: Puedo cortar madera y sacar agua del pozo!?

Para la mayoría de la gente no tiene nada de prodigioso actividades tan prosaicas como sacar agua de un pozo o cortar madera. Todo sigue siendo igual. Lo que ocurre es que entonces el corazón se llena de asombro. El árbol sigue siendo un árbol; la gente no es distinta de cómo era antes; y lo mismo sucede con uno mismo. La vida no prosigue de manera diferente. Puede uno ser tan variable o tan ecuánime, tan prudente o tan alocado como antes. Pero sí existe una diferencia importante: ahora puede uno ver todas las cosas de diferente modo. Está uno como más distanciado de todo ello. Y el corazón se llena de asombro.

Esta es la esencia de la contemplación: la capacidad de asombro.

La contemplación se diferencia del éxtasis en que éste lleva a uno a ?retirarse?. Pero el contemplativo iluminado sigue cortando madera y sacando agua del pozo. La contemplación se diferencia de la percepción de la belleza en que ésta (un cuadro o una puesta de sol) produce un placer estético, mientras que la contemplación produce asombro, prescindiendo de lo que se contempla sea una puesta de sol o una simple piedra.

Y ésta es prerrogativa del niño, que con tanta frecuencia se asombra. Por eso se encuentra tan a sus anchas en el Reino de los Cielos.