Una sola casa

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El padre les pidió a sus hijos que le ayudaran a construir su casa.

A la mitad de la obra uno le dijo:
Padre: tus otros hijos se han apartado de tu voluntad; te han desobedecido, y no son ya dignos de ti. 

Le preguntó el padre:
¿Han dejado de trabajar en la obra de mi casa?
No -respondió el hijo-. Pero ninguno trabaja en la misma manera que trabajo yo, ni hacen las cosas como yo las hago.
-Hay muchos modos de ayudar a construir mi casa–expresó el padre-.

Haz con amor tu parte y no pierdas el tiempo en discutiendo los demás.

Aunque cada quien trabaje en diferente modo lo importante es que trabaje en mi obra. Terminada la casa todos nos encontraremos en ella, y entonces ya no habrá ninguna diferencia.

El hijo entendió lo que el padre le decía, y supo que aunque haya distintos operarios y diferentes modos de trabajar, la casa es una sola.