Un jardín techado

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Nuestras relaciones nos definen.
Con el paso de los años, solo seriamos más viejos sino fuera por dos cosas: los libros que leemos y la gente con la que nos relacionamos.

Esto es lo que le da forma y esencia a nuestra vida.

Las personas que elegimos para compartir nuestro tiempo, casarnos o asociarnos, son una muestra de lo que pensamos de nosotros mismos, de
nuestros valores y del lugar que ocupamos en el mundo.

Hay varios tipos de relaciones: algunas nos nutren, nos confortan y suplen
nuestras carencias. Otras nos divierten, nos inspiran, nos retan y nos hacen
crecer.

Otras quizá, nos hacen daño al sabotear nuestro crecimiento o minar nuestro
autoestima. Por supuesto, estas últimas, tendríamos que cortarlas por lo sano.

Sin embargo, en cualquier relación puede rondar una que otra amenaza que impide que los lazos se profundicen y fortalezcan.

Una de las amenazas la representa muy bien el cuento de aquel señor que,
después de haber sembrado su jardín con árboles frutales y bellas flores junto al rio, se sentaba orgulloso en su terraza para disfrutar de su obra.

De pronto, ve que un niño seguido por un perro pisa sus flores al perseguir una pelota.

Enojado, decide construir una pequeña barda para evitar el paso. 

Satisfecho, termina la barda de nuevo, se sienta para disfrutar de su hermoso 
jardín, ahora sí sin peligro.

Al rato, ve que un venado asoma la cabeza para morder, sus verdes setos.

Enfurecido, decide elevar mas la barda para impedirlo.

Cuando se disponía a sentarse una vez más, observa como se detiene una parvada de pájaros para comer de sus manzanas. Furioso, decide techar el jardín para que nada  ni nadie lo maltrate. Cuando saca su silla y ve aquel cuarto oscuro sin vida, sin los niños, sin el sonido del agua, sin la vista de los pájaros y de los
animales, se da cuenta de su soledad y decide tirar todo para que, una vez más, otros lo visiten y disfruten el jardín.

Esta es una amenaza que ronda cualquier relación: el egoísmo que nos impide
compartir libremente lo mejor que tenemos y exigir que el otro sea, piense y
actúe como nosotros queremos.

Lo irónico es que una vez que logramos tener relaciones valiosas, con frecuencia las descuidamos.

Como dice Milan Kundera: " La velocidad crea el Olvido".

El tiempo pasa tan rápido que la ilusión nos hace pensar que estamos cerca
de alguien con quien hace mucho no nos hemos comunicado, ni siquiera por escrito.

Les puedo garantizar algo, esa relación no se ha fortalecido. La ausencia no fortalece una relación, la debilita. O peor aun, tenemos relaciones en las cuales estamos presentes, pero en realidad, estamos tan ausentes y distantes.

Olvidamos con facilidad que la calidad de nuestra existencia humana se
cimienta en nuestras relaciones. O, ¿acaso podemos ser felices solos?

Convendría recordar tres puntos que mantienen y fortalecen una relación:

1.- El compromiso mutuo.

Sin importar la vía, hay que mantenerse en contacto. Puede ser frente a frente, por teléfono, por carta o por correo electrónico. Cualquier cosa que mantenga, como un partido de tenis, la pelota de aquí para allá y de allá para acá.

Si solo uno procura la amistad, seguramente la relación durara poco.

Le ha pasado que usted, necia e inocentemente, invita e invita a alguien o lo busca por teléfono y la otra persona no responde? O, tal vez somos nosotros los que en lo acelerado de la vida, con soberbia, nos sentimos autosuficientes y ni siquiera nos damos cuenta de ello. Que tanto nos hemos preocupado por lanzar o contestar la pelota? Tómelo en cuenta.

2.- La comunicación abierta y sincera.

A veces nos da miedo abrirnos.

Pensamos que, entre menos información demos y menos emociones mostremos, mas a salvo nos encontramos. Es al revés. Al abrirnos, transformamos un mero
intercambio de información, en una enriquecedora relación.

3.- Entender y acordar lo que esperamos del otro.

Es importante hablar y decir lo que esperamos del otro. Es importante hablar
y decir lo que esperamos uno del otro para aumentar las probabilidades de
que nuestras expectativas se cumplan. Nunca es tarde.

Cada día nos ofrece la perfecta oportunidad de retomar aquellas relaciones
que, por alguna razón, hemos descuidado.

Si en cinco años, no queremos ser mas viejos, leamos buenos libros y, sobre
todo, compartamos nuestro jardín.

Como dice la Madre Teresa: " lo mas valioso no es lo que tenemos en vida,
sino A QUIENES tenemos en nuestras vidas "

"Es que en esos pequeños detalles está el arte"