Vive un día a la vez

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Jesús nos dio un importante consejo cuando dijo: 

"No te preocu­pes por el mañana, el cual se preocupará por sí mismo. Cada día trae suficiente problema en sí mismo". En otras palabras, viva un día a la vez. 

¿Sabías que...

85% de nuestras preocupaciones nunca se cumplirán?

10% de nuestras preocupaciones se cumplirán te preo­cupes o no?

5% de nuestras preocupaciones son valederas?

Conozco a un hombre que vivía su vida con esta fórmula:

"Si cada día es vivido tal como viene, cada tarea es hecha cuando se presenta, entonces la suma de tus días será buena."

Murió como un hombre muy feliz y satisfecho.

Tú puedes vivir tu vida con propósito. Puedes tomar la res­ponsabilidad de tu propia felicidad. Es hora de dejar de culpar a otros, o a las circunstancias, por tu infelicidad. 'Tú puedes elegir la felicidad aun en medio del dolor. Fue Abraham Lincoln quien una vez dijo: "la mayoría de la gente es tan feliz como elige serlo". Tú puedes serlo un día a la vez.

La vida es demasiado corta como para enfocarse en lo mundano en lugar de lo milagroso.

La vida es demasiado corta para guardar un rencor. La vida es demasiado corta para mantener su habitación perfecta.

La vida es demasiado corta como para dejar pasar un día sin abrazar a un ser querido.

La vida es demasiado corta para dejar la Biblia y la oración de lado, o quedarse adentro, o elegir lo secundario.

La vida es demasiado corta, el camino es demasiado corto, para elegir la mediocridad.

Si quieres prepararte para las tormentas emocionales de la Ida que se interpondrán en tu camino, deberás empezar por lo pequeño. Impónte metas específicas que te hagan esforzarte pero que sean alcanzables. Experimenta pequeños éxitos a lo largo del camino. El crecimiento requiere esfuerzo. Aun cuando no te sientas como para eso, hazlo igual. Tus sentimientos frecuentemente vendrán después de tus acciones. Y nunca, nunca olvides que Dios cree en ti, desea lo mejor para ti y está dispuesto a recorrer contigo tus momentos más difíciles.

He aquí una oración que ha sido realmente de ayuda para mí. Se llama Oración de la serenidad:

Dios, Concédeme la serenidad
para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
el valor para cambiar las que puedo,
y la sabiduría para distinguir la diferencia.


San Francisco de Asís