Vivir el presente

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No perderé ni un momento siquiera en lamentarme por las desgracias del ayer, las derrotas del ayer, los sufrimientos del ayer. No, el ayer ha quedado sepultado para siempre y no pensaré más en él.

Viviré hoy como si fuera el último día de mi existencia.

¿Y qué haré entonces? Olvidándome del ayer, no pensaré tampoco en el mañana. ¿Por qué arrojaré el ahora detrás del quizá? ¿Puede la muerte que se producirá mañana proyectar hacia atrás su sombra y oscurecer el gozo de hoy? ¿debo atormentarme con problemas que tal vez nunca ocurran? El mañana yace sepultado con el ayer, no pensaré más en él.

Viviré este día de mi existencia.

Este día es todo lo que tengo y estas horas son ahora mi eternidad.

Saludo este amanecer con exclamaciones de gozo, como un preso a quien se le conmuta la sentencia de muerte. Elevo mis brazos con agradecimiento al Señor por este don inapreciable de un nuevo día.

Viviré este día como si fuese el último día de mi existencia. Si malgasto el hoy, destruyo la última página de mi vida. Por lo tanto no retornaré jamás.

¿Quién puede atrapar el viento? Asiré con ambas manos puesto que su valor es incalculable.

Viviré este día como si fuese el último de mi existencia.

Eludiré con ahínco a todo aquello que mata el tiempo. A la indecisión destruiré con acción; sepultaré las dudas bajo la fé; el temor derrotaré con la confianza.

Los deberes de hoy cumpliré hoy. Hoy acariciaré a mis padres mientras son padres mañana se habrán ido y yo también. Hoy abrazaré a mi compañera y la besaré dulcemente, mañana ya no estará, ni tampoco yo; hoy le prestaré ayuda al amigo necesitado; mañana ya no clamará pidiendo ayuda ni tampoco yo podré oír su clamor.

Hoy me sacrificaré y me consagraré al trabajo; mañana no tendré que dar y no habrá nada que recibir.

Viviré este día como si fuese el último de mi existencia.

Y si es mi último día, será mi momento más grande. Este día haré el mejor de mi vida. Este día aprovecharé los minutos hasta su máximo.
Lo saborearé y daré gracias. Aprovecharé todas las horas y los minutos canjearé solamente por algo de valor.

Trabajaré con más ahínco que nunca y exigiré a mis músculos hasta que pidan el alivio y aún así continuaré.

Haré que cada minuto sea más fructífero y fecundo que las horas de ayer.

Mi último día en esta tierra día deberá ser mi mejor día.

Viviré este día como si fuese el último de mi existencia.

Y si no lo es, daré gracias a Dios por darme una nueva oportunidad de vivir para El.